Puro amor. Eso es lo que se sentía el pasado domingo en la Boda de Antonio y Mar. En cada mirada, en cada sonrisa, en cada intervención. En todo momento.
Llovió, llovió a mares. Y ni siquiera la lluvia torrencial que impidió la celebración de la ceremonia en el exterior empañó el día. Se notaba la felicidad, las ganas de celebrar, la ilusión. La misma ilusión que ya os dije aquí, que esta pareja había puesto en todos los preparativos de su gran día.
Es un placer poder trabajar para gente así. Porque esa ilusión se acaba plasmando en los detalles que conforman la decoración de la boda. Porque uno puede celebrar una boda o celebrar su boda.