Todos los principios dan vértigo. Cuando decidí empezar una nueva andadura como organizadora de eventos, wedding planner, wedding designer o como quiera que ahora llamen a esta profesión, sentí vértigo. Llevo ejerciéndola más de una década, así que no era el trabajo lo que me daba miedo. En ese tiempo he sido gerente en un salón de bodas maravilloso, en el corazón de la Axarquía. He coordinado desde pequeños eventos familiares, bautizos y comuniones, a bodas de más de 600 invitados, presentaciones de productos de grandes marcas o campañas políticas con más de mil personas. El trabajo, por tanto, no es lo que me asustaba; el nuevo enfoque sí. Encabezar mi empresa y hacer de mi trabajo un proyecto personal ya son palabras mayores.